me chupa un huevo. la frase del 2022

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Adiós, adiós 2022. El paso de un año a otro es solo una invención para poder medir el tiempo, sin embargo, le hemos dado tanto significado, que colectivamente hemos hecho real esta transición en la que matamos fantasmas y nos proponemos aventuras. La verdad es el que 31 de diciembre NO me chupa un huevo, pero otras cosas sí.

Soy de las que quema papeles con lo que no quiere repetir. Soy de las que prende inciensos y le da la vuelta a la manzana para viajar más. Soy de las que cree que todo es energía y que un día como hoy, en el que miles de millones de personas estamos concentradas en lo mismo, es el momento perfecto para pedir deseos y confiar en su manifestación.

Gracias 2022, a pesar de la revolución interna que me causó, fue un año donde casi todo lo que pedí se manifestó. Gracias, infinitas gracias. Aquí, un recuento rápido del 2022 para la historia.

Contenido del Post

Enero

Playa, cientos de personas, pólvora en una plataforma sobre el mar. Comienzo el 2022 abrazando a un desconocido que me ha visto sola y no ha dudado en desearme feliz año con sus amigos. Al otro lado, en el muelle, me está esperando un chico hindú, guapísimo. Tiene un Rolex, hace yoga, es vegetariano, entrena en el gimnasio, conoce 50 países y habla muy bien español.

playa del carmen cuentos de mochila

Lo del Rolex es importante porque está obsesionado en hacerme notar que tiene mucho dinero. Como si me importara… ME CHUPA UN HUEVO TU DINERO, solo con decirme que viajas ya es suficiente. Pido esa noche mucho deseos, entre ellos: «Universo: quiero conocer a un hombre que quiera darle la vuelta al mundo» y esa madrugada de la nada apareció.

Sin embargo, mi mayor deseo es sanar la gran herida que casi me mata de dolor el pasado abril, causa de la ansiedad generalizada y de espacios largos de depresión.

Adiós, adiós 2021. Bienvenido 2022

febrero

Ya me voy, una vez más.

He pedido trabajar un mes en Ciudad de México. Yo… en un trabajo fijo y pidiendo un traslado ¿cómo pasó? no me pregunten porque no tengo idea. Empaco ropa blanca y negra, dos sacos y un abrigo para el invierno.

La ciudad ha sido una cachetada a mi existencia aún debilitada y vulnerable. He hecho tantos amigos como enemigos. ME CHUPAN UN HUEVO las oleadas de envidia de algunas personas en el trabajo, al fin y al cabo su estupidez me hace más fuerte.

Chac

Me ilusiono con un amor del sur que conocí en diciembre (soy libra, tengo 365 crush al año, no me juzguen, son los astros, no soy yo) obviamente no es el hombre hindú, a él le dejé de hablar el 2 de enero por egocéntrico y arrogante.

Tengo las emociones a flor de piel. Todo me duele, todo lo siento más grande de lo que es.

Me alivia la existencia de Chac, mi roomie y mi mejor amigo en Ciudad de México. Lo conocí también en diciembre en la terraza de un edificio en Polanco, piso 22, hacía frío y sentía el humo de un cigarro que solo fumaba él. Hablamos de las estrellas, del arte y de nuestras heridas. Match, amor universal a primera vista.

marzo

Regreso solo para volverme a ir.

Playa del Carmen te adopta o te aborta, eso dicen. A mí me adoptó tres años, ahora siento como me está obligando a irme.

Despidiéndome de Playa – mis últimos días

La gerenta me dice que si me voy ya no puedo regresar. ME CHUPA UN HUEVO, mi frase preferida del 2022. Soy apegada a las personas, pero no a los trabajos, ni a los lugares, ni a las cosas materiales. A pesar de su amenaza me quiero ir a la ciudad, quiero ahorrar más dinero, quiero conocer nuevas personas, quiero moverme, necesito moverme para reencontrame.

No estoy huyendo como muchos suelen creer. Estoy siguiendo mi instinto, me estoy escuchando. Me despido de mis amigas, de la habitación que me cobijó en la pandemia y en los días más duros de la ansiedad y la depresión, me despido de él (otro él), de la playa, del mar y lo que más me dolió… de mi bicicleta.

abril

Subo una story a Instagram contando, sin alguna pretensión, que estoy buscando un departamento en Ciudad de México. Ese mismo día comienza a seguirme Camila, una chica que vi solo una vez en mi vida cuando vine a la ciudad a trabajar en febrero. Gracias a las sincronías, Camila ve mi story y me escribe contándome que acababa de desocupar su depa, este, cumple con absolutamente todas, todas las condiciones que buscábamos Anais y yo para vivir en la ciudad. A Anaís la conocí en Playa del Carmen.

Llevábamos dos meses tratando de encontrar el lugar ideal y finalmente apareció así, de la nada. La vida es magia cuando confías en ella.

Frente al Museo Soumaya

Así que vendo los tres chécheres que tengo, me dan 5000 pesos mexicanos por todo. El resto, lo que tiene valor sentimental para mí, se lo he regalado a mis amigas. Me llevo solo dos maletas pequeñas, no necesito más.

Anaís me está esperando en el primer departamento en el que voy a vivir. Siempre estuve en hostales, habitaciones y pensiones. La única casa que reconocía como propia era la de mis papás años atrás. La dirección es en calle Amores. AMORES, qué nombre más hermoso para vivir allí.

Qué bello abril, mi frase preferida quedó escondida en un cajón.

mayo, junio y julio

Hay tres meses del año que no me gustan. Sus nombres me chocan, su energía no va con la mía. ¿Esto tiene sentido? a lo mejor no.

Han sido meses de cambios, revoluciones, desilusiones. La mejor decisión que pude tomar en el ámbito laboral fue haber venido a Ciudad de México. ¿Y en lo demás? todavía no lo sé.

Me siento confundida, ansiosa, casi igual que hace un año. Mi vida es hermosa, eso dice él, eso dicen todos, pero yo solo siento revolución y tensión. Lo conozco a «él», el que dice que mi vida es hermosa, el hombre que quiere dar la vuelta al mundo como el hindú. ¿Y el del sur?… soy libra, no molesten.

Convierto al depa en el nido de color, arte y luz que siempre soñé. Me va bien en el trabajo. Gozo del Paseo de la Reforma, de Chapultepec y hasta del Metrobus por Insurgentes, pero hay algo que está en desbalance. No la estoy pasando bien.

Globos en Teotihuacán

Dos momentos me hacen la vida feliz. Uno, recostarme en las piernas de él a las 10 de la noche bajo la luces led de mi habitación, sobre mi nueva colcha turquesa de mandalas, a hablar de la vida, de los viajes y a jugar a tumbarnos de la cama. Dos, cumplir mi sueño de subir a un globo aerostático para ver el amanecer en Teotihuacán.

Agradezco esos instantes, si no fuera por ellos, mayo, junio y julio serían los meses innombrables por el revuelto energético, la ansiedad, el miedo y la tristeza de los que a veces siento que no puedo escapar. ME CHUPA UN HUEVO se ha convertido en una frase necesaria para la vida. Realmente hay una gran cantidad de cosas que no me importan, pero también es cierto que me he dado cuenta que entre menos me importe más feliz soy. No es arrogancia, es supervivencia.

agosto

Estoy sintiendo amor incondicional. La energía se ha transformado. Agosto siempre ha sido un mes de luz. El año pasado fue cuando recibí la residencia permanente para quedarme en México, conocí a nuevas amigas que me cambiaron el curso de la vida, compré los pasajes para hacer con mis papás un road trip por el sur de México.

Este agosto también ha sido luz. He viajado de nuevo, cerca de Ciudad de México, pero eso no importa. El hombre que le quiere dar la vuelta al mundo me lleva a conocer algunas partes de Hidalgo. El trabajo explota en abundancia. Compro un pasaje para ir a Colombia a pasar mi cumpleaños. Todo fluye, por fin siento que el proceso de sanación está dando resultados.

«Mira, toma esa foto que no traje mi celular.» Y él la tomó

Y como todo ME CHUPA UN HUEVO, no me limito, me arriesgo. Le digo a él, el mismo él de mayo, junio y julio, que nos vayamos a conocer Colombia, no me importa si me dice que no. Estoy harta de limitarme por miedo al rechazo. Sorpresa, me dice que sí.

Preparativos para un gran viaje. Despedidas. Maletas. Amor incondicional. Le digo a B («él») que cumpla su sueño de viajar, que no se regrese conmigo de Colombia a México, que recorra Suramérica y haga el viaje del que hablamos cada noche bajo la lucecitas led. «Usa el amor como un puente» decía Gustavo Cerati.

Septiembre

Colombia. Un día lo disfruto, al otro día me duele, en un momento soy feliz, en otro momento lloro. Aunque siempre he pensado que en parte el amor se trata de libertad, no es nada fácil ser un puente.

Viajes aquí, allá, glamping, cumpleaños, sanación. Por primera vez regreso a Colombia después del episodio que me rompió en 2021.

me chupa un huevo cuentos de mochila
Choachi

Mi mente y mi alma se han dividido entre sanar asuntos pendientes con mi familia, reconectarme con mis raíces colombianas, disfrutar los últimos días con B y soltar desde el amor sabiendo que no hay manera más hermosa de amar que permitiéndole a otra persona ser feliz, sin abandonar mi felicidad, mis objetivos y mis sueños por los objetivos de alguien más. En resumen, poder entender que todo es perfecto, nada es para siempre y la misión mutua se ha cumplido.

Gracias, gracias, gracias, buena suerte y hasta luego. Parece simple, pero septiembre me ha costado más lágrimas que cualquier otro mes. ME CHUPA UN HUEVO que me digan que la cagué, que le temo al compromiso, que no usamos el amor como un puente sino que fue choque de miedos y egos. ME CHUPA UN HUEVO decirle por primera vez que lo quiero, abrazarlo y bailar con él. ME CHUPA UN HUEVO llorar en el aeropuerto, escribirle una carta en el avión y decirle que lo veo en Camboya la próxima vez.

octubre

He regresado a la ciudad. Mi roomie se va, B ya no está, extraño a mi familia, me siento sola, estoy harta de ir a terapia, regresa la ansiedad, el miedo, la angustia. ¿Qué hago acá? ¿por qué inspiro a otros a viajar en cambio de hacerlo yo? Preguntas existenciales, días de duelo, no quiero ir al trabajo, me quiero largar.

Le digo a mi psicóloga que ME CHUPA UN HUEVO la terapia, que estoy harta de ir hacia atrás, de hundirme en un pasado que ni siquiera recuerdo, le digo que no la quiero escuchar más. Decido pedirle a otra persona medicamentos para aliviar mi sistema nervioso. No he querido tomar anti depresivos, pero si los necesito, los voy a tomar, me harté de vivir así.

Me dan antidepresivos y ansiolíticos naturales que comienzan a funcionar. Entro a clases de ilustración, hago el primer nivel de reiki, nuevas propuestas laborales, abundancia económica, procesos de sanación, una y mil veces procesos de sanación. Una vez más hacer un duelo, otra vez aprender a soltar. ¡Que se acabe octubre por favor!

Cuidado con lo que deseas, es necesario ser muy específico con el universo: «Quiero conocer a un hombre que quiera viajar» y la vida me lo mandó, pero se me olvidó decir: «que quiera viajar conmigo«. Parece chiste, pero es real.

noviembre

El mejor remedio para la ansiedad: largarme a viajar.

La nueva psicóloga que me da antidepresivos naturales me ha hecho prometerle que al menos me voy a largar de viaje una vez al mes. Dice que me hago daño a mi misma al querer encajar en el molde social. La «estabilidad» no es para mí. Mi alma me grita que viaje, que me mueva, el mundo es muy grande para quedarme encerrada en la calle Amores, por más hermoso que sea nombre.

Volcán Nevado de Toluca

Hago el segundo nivel de reiki, hago un trekking en Toluca, planeo viajar en diciembre. Estoy revuelta, ya no sé qué escribir. Extraño cuando todo en apariencia era más fácil. Cuando veía la vida simple, divertida y feliz. Cuando escribía post como este para finalizar el año.

He crecido, he evolucionado, pero cómo me ha costado.

Pido días de vacaciones, ME CHUPA UN HUEVO haberme ido hace un mes y medio y estar pidiendo otra vez un descanso. Ahora pido lo que quiero, digo lo pienso y me estoy atreviendo a poner límites para no repetir la revolución del 2021 y el 2022.

diciembre

Playa el Carmen otra vez. No sé si en realidad alguna vez me abortó, creo que por el contrario, nunca me soltó. Voy a cerrar ciclos que no han podido ser cerrados por terquedad, porque anduve con personas a las que todo les CHUPA UN HUEVO, incluyendo yo.

Me reecuentro con amigas y con un ex amor, diferente a los que ya les conté, soy libra, pero también soy sagitario, un alma libre. Son los astros, no soy yo.

Diciembre se pasó en emociones: celebro el triunfo de Argentina en el Mundial y al mismo tiempo, es más, el mismo día, soy presa de un ataque bárbaro de ansiedad. Amo el mar, la brisa y la playa. Extraño vivir allá, pero también extraño vivir acá, la eterna dicotomía de Natalia. Estoy por cuatro días libre de ansiedad al viajar, la psicóloga tiene razón, lo que tengo que hacer es volverme a largar. La intuición se abre, descubro mentiras, falsedades y toxicidades que no sabía que existían en ciertas personas, me di cuenta muy tarde que también LES CHUPO UN HUEVO. Reconozco que sigo confiando en cualquiera, necesito confiar más en mí, en mi intuición y ser más sagitariana, mi signo ascendente. A los sagitario, según la astrología, todo les CHUPA UN HUEVO. Según este post, voy por el camino correcto.

De manera que una vez más digo adiós y suelto con amor… también con mucho enojo, y sí, un poco de amor, pero con desilusión e incredulidad. Aún en el 2022 y con 36 años, me siguen sorprendiendo las cagadas de la gente. No me cabe en la cabeza la estupidez humana.

Finalmente ME CHUPA UN HUEVO escribir este post. Siempre digo lo que pienso.

Me despido del 2022 con agradecimiento. Aunque pareciera que no por el enojo de diciembre, realmente agradezco por por cada instante vivido y sello un pacto conmigo misma que si quieren leer está en este post de instagram: DECIR MÁS VECES NO Y DECIR A TIEMPO ADIÓS

Gracias 2022.

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Natalia Méndez Sarmiento

Natalia Méndez Sarmiento

Voy por el mundo con una mochila al hombro y una libreta recolectando historias, experiencias, sensaciones, conociendo personas, disfrutando paisajes y escribiendo para difundir mi pasión por los viajes.
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