Tenía la sensación de que no despertaría a tiempo para llegar al Ángel de la Independencia a tomar la van. El encuentro con el grupo para subir a un globo en Teotihuacán era a las 4:30 de la mañana, sin embargo, eran las 2 a.m y yo todavía estaba despierta con B.
Los nervios previos a un viaje, así sea a 50 km de mi casa, no me dejan dormir. Desde la primera vez que había visitado Teotihuacán, en 2018, había tenido la idea de subirme a un globo aerostático y ver las pirámides desde el cielo en pleno amanecer. Era de esos sueños que parecen lejanos y difíciles de cumplir. Por eso el día que compré el tour salté sola de emoción por toda mi casa, y me puse a bailar escuchando Wavin’ Flag, la canción del Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010. Yo no sé que tiene esa canción, pero me empodera, pruébenlo y me cuentan si les funciona.
Puse tres alarmas, es típico en mí que las dos primeras las apague sin darme cuenta. Hasta mi mamá, desde Colombia, me preguntó si necesitaba llamarme a las 4 para no quedarme dormida, y le dije a B que por favor no me dejara perder el tour.
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un viaje siempre inspira el siguiente
Antes de venir a Ciudad México quería conocer el icónico Ángel de la Independencia, el enorme monumento que se levanta en medio de una glorieta en pleno Paseo de la Reforma. Varios meses de vivir aquí me han hecho olvidar lo icónico que es, pero esa madrugada le dije a B que tenía la sensación de estar viendo el Ángel por primera vez y eso me hacía sentir como una turista en la ciudad. De esa conversación sencilla, en esa madrugada, nació un viaje inesperado a Colombia. B, ¿quieres ir a conocer Colombia conmigo? Ese día no me acompañó a subirme a los globos, pero el viaje a Colombia si se hizo realidad. Siempre un viaje, por pequeño que sea, inspira al siguiente.
Me despedí de B y me mantuve muy despierta para poder disfrutar de la ruta. A decir verdad, la vista era preciosa pero el frío inconmensurable, a pesar de estar en pleno verano. Todo el trayecto de más de una hora me estuve congelando, más aún, cuando bajamos de la van para subirnos a los globos. Eran las 6:00 de la mañana y la neblina aún cubría el pasto. Nos dieron bebidas calientes y nos sentamos a esperar junto a un calentador de gas.
Me pegaron en el pecho un sticker con el nombre del globo al que subiría, su nombre era Hermes y tenía al menos cinco colores dispuestos en una cuadrícula gigante. De allí, fuimos hacia el terreno para el despegue, no tenía ni idea de cuan grande podía ser un globo, ni la potencia de los ventiladores que introducen aire frío en ellos, ni mucho menos la poderosa llamarada de fuego que se necesita para hacerlo elevar.
a 500 mts de altura
Fui la primera en subir a la canastilla. “¿Vamos a ir amarrados?” preguntó una chica que iba con su novio. El piloto nos dio las indicaciones para sobrevivir al vuelo, entre ellas, respirar profundo y agarrarse muy bien de las cuerdas cuando él diera la instrucción, porque no, no iríamos amarrados, y la canastilla era alta pero no tanto como me imaginaba.
El sonido de la llamarada nos puso un poco los nervios de punta, incluso más que la altura. Nos pusimos en posición de despegue y el globo comenzó a elevarse pocos metros por encima del suelo. ¿Hacia dónde íbamos? hacia donde el viento nos llevara, literalmente hablando. En un globo, nos contaba el piloto, no se puede tener el control de la dirección, solamente de la altura.
La primera parte del recorrido fue sobre pastizales cubiertos por la neblina, apenas se veía un poco de luz en el horizonte. Con el paso de los minutos, el globo fue subiendo junto a la bruma mañanera y el sol se fue asomando entre las nubes. No podía articular muy bien las palabras y tenía los dedos entumecidos por el frío. Nos explicaba el piloto que nunca, nunca, nunca, enfatizó: NUNCA, nos subamos a un globo en un clima cálido o al mediodía, pues el calor interno del globo necesita compensarse con el frío externo del ambiente para estabilizarse.
Durante el alba, tuvimos mucha suerte que el viento decidiera llevarnos muy cerca de la Pirámide del Sol, una de las más grandes e imponentes de la cultura mesoamericana. Tiene 65 metros de altura, realmente no sé desde que ángulo se ve más imponente, si desde el cielo o desde la tierra, pero los globos que pasaron cerca se veían mínimos al lado de ella.
Al principio del vuelo todo era algarabía, eran cinco adultos, dos niños y yo en la canastilla (a veces me siento como una niña y luego recuerdo que tengo 36 años). Cuando el globo comenzó a tomar altura y las pirámides se veían chiquiticas, uno de los niños se sentó y su mamá con él, estaba entrando en pánico por la altura. Yo no llegué a sentarme, pero casi, nos elevamos hasta 500 metros sobre el suelo y ya mirar hacia abajo me daba cosquillas en los pies y en las manos.
Para no ser presa del vértigo respiré varias veces profundo y miré solamente el horizonte donde el sol ya se estaba asomando entre las nubes. La neblina dejó de ser blanca y se convirtió en una bruma amarilla atravesada por los intensos rayos luminosos de la primera hora de la mañana.
Había un gran silencio a bordo de Hermes, cada cierto tiempo se escuchaba la llamarada que nos mantenía en curso hacia el cielo. Tomé algunas fotografías antes de que el amanecer se perdiera con un parpadeo, y me quedé recostada en el borde de la canastilla contemplando la salida del sol. En mi mente solo escuchaba mi propio “gracias, gracias, gracias” gracias por poder vivir ese instante sublime.
El resto del viaje en globo fue una combinación de calma por el silencio que se siente mientras se flota por las nubes, un poco de tensión por el vértigo de estar en una canastilla a 500 mts de altura, y una gran cantidad de éxtasis por ver al amanecer cerca de las imponentes pirámides de Teotihuacán.
Casi una hora después de vuelo aterrizamos sobre el terreno de uno de los habitantes del Valle. El viento decide sobre cuál terreno aterriza el globo, una suerte para quien vive en ese pedazo de tierra, pues recibe un pago por permitirlo. Bajamos sobre el pasto aún lleno de rocío, brindamos con vino por haber regresado a salvo y esperamos a que desinflaran, doblaran y subieran el globo a una camioneta para llevarnos a las pirámides.
Eran apenas las 8 de la mañana y ya el sueño de volar en globo se había cumplido. Otro check a mi lista que incluye un safari en África, un Mundial de fútbol, un recorrido por el sudeste asiático, un crucero por los fiordos noruegos, ver las auroras boreales en Reikiavik y 200 páginas más que ahora no voy a escribir.
¿Cómo conocer Teotihuacán en Globo?
Desde Ciudad de México son 40 km por una carretera muy fácil de transitar. Puedes llegar directamente en auto al lugar donde despegan los globos, eso sí, debes haber hecho tu reserva de vuelo.
También puedes elegir una operadora con transporte ida y vuelta. Yo reservé aquí con Aerodiverti y estuvo excelente.
Beneficios de ir por tu cuenta
El vuelo es más económico.
Después puedes ir a donde quieras sin límite de tiempo.
Beneficios de ir con una operadora
Algunas operadoras incluyen transporte ida y vuelta desde CDMX, entrada al sitio arqueológico de Teotihuacán y algunas comidas.