Hace dos años vivía en Tulum, México, y trabajaba en un hotel como recepcionista. Todo estaba bien, me hubiera podido quedar allí mucho más tiempo, así me lo pedía mi jefe quien no quería que me fuera justo en la temporada alta; tenía amigos, en especial la concierge del hotel; y había conocido a Re, mi novio.
Sin embargo tuve un arrebato y quise regresar a Bogotá, para visitar a mi familia un par de meses. Luego volvería a México para continuar el viaje… ese era el plan, así que tomé un avión en noviembre de 2015 a casa. Lo tenía todo calculado: pasajes comprados, reencuentro con Re, ruta de México a Alaska. Pero la vida no es así, casi nada depende de uno mismo, sino de los designios del destino, por decirlo de alguna manera.
Meses después todo se deformó, el post más leído de este blog se titula: «A México… no entras», una historia que no quiero repetir jamás, cuando los agentes de migración mexicanos me inadmitieron en abril de 2016, por cualquier razón absurda que ni siquiera me dieron. No repetiré la historia completa, es como el cliché de mi vida viajera, por el que siempre preguntan, el que cuento cada vez que hablo de las fronteras.
Todos se vino abajo, pensé hasta renunciar a mi vida nómada, comencé a temerle a las oficinas de migración y a los aeropuertos, fue un episodio de frustración y rabia a niveles que jamás había sentido antes. Entre todo ese revuelto absurdo de sensaciones, empecé a escribir Me Largo a Volver Conmigo, mi primer libro. Catarsis, emoción, frustración, rabia, también hubo toda clase de episodios con este nuevo proyecto, y por supuesto, dejé de viajar para poder sacarlo adelante. Dos años de NO viaje.
Por momentos me sentí feliz, en otros me sentí encerrada, en otros tuve miedo de no volver a viajar, en otros pensé quedarme a vivir para siempre en Bogotá. Cumplí 30, cumplí 31, Re se fue y volvió unas tres veces desde México (es mexicano). Nos complicamos por las leyes migratorias de cada país, pensamos en vivir en otro lugar, reinventamos nuevas rutas varias veces, esperó paciente a que lanzara el libro, y luego tuvo más paciencia aún para esperarme porque no me quería ir sin hacer una pequeña gira por Colombia, y sin darle alas para que comenzara a volar.
Hoy, después de dos años de todo, y con todo me refiero a ese cúmulo de derrotas y de victorias, de alegrías y de frustraciones, de ganas y de aburrimiento, me voy, nos vamos. Este es el tercer viaje sin tiquete de retorno, el primero fueron 9 meses por Suramérica en pareja; el segundo fueron 14 meses por Centroamérica y México sola (todas las historias relatadas en el libro); y este, nuevamente será en compañía, esta vez de Re, y por Suramérica.
Soñé con Asia estos dos años de quietud, la idea era tomar hoy un avión hacia Singapur, pero, lo repito… la vida no es exactamente como te da la gana que sea, y publicar un libro de manera independiente tiene un costo económico bastante elevado, que me dejó con los bolsillos vacíos, pero con el corazón llenito de felicidad por haber logrado sacar adelante este proyecto.
No pude seguir esperando a hacer el dinero para Asia, tal vez me tendría que quedar un año más aquí, y ya no puedo, ya no quiero, entre más sedentaria estoy, más me doy cuenta que el movimiento es esencial para mí, solo así me reencuentro.
Suramérica lo vi a los 24, ahora tengo 31, será una nueva perspectiva. Le hice prometer a Re que iremos por los lugares que no conocí en el prime viaje, que haremos una nueva ruta y que no dejáramos de soñar con otros continentes. Hoy me voy de nuevo, hoy comienza una nueva aventura.
Estoy asustada, como si jamás me hubiera ido sin saber la fecha de vuelta. Como si todo fuera nuevo, hoy tiemblo, ya extraño a mi familia aunque no nos hemos despedido, estoy ansiosa, me pesa la maleta, le temo a la incertidumbre. Ya pasará, siempre pasa. Una vez estoy en la ruta sale el espíritu guerrero, vuelvo a nacer. Hoy, por tercera vez, «Me Largo a Volver Conmigo«.
2 comentarios en “Mamá, no sé cuando vuelvo”
Preciosa, nuevamente nos despedimos, queda en el corazón una pequeña tristeza por tu partida, pero al mismo tiempo una felicidad muy grande porque continuas con tus sueños y la forma de vida que amas y te hace libre. Sigue adelante, abre tus hermosas alas y vuela hacia esas tierras que te esperan. Cuidate mucho. Eres mi parcera. TE AMO MONTONES.
Gracias por todo tu apoyo, por estar siempre ahí, por seguir estos pasos y darme las alas. Te amo