Los detalles que registran mi memoria de la arquitectura colonial proveniente de Portugal, los azulejos y los mapas antiguos de Colonia son pocos y volátiles, porque mi cuerpo en aquel pequeño pueblo, puerta de Uruguay por el Río de la Plata, se dedicó a memorizar sensaciones.
Sensaciones imprevistas al ver el sol brillar en el río con el cielo celeste, a la vez que el reloj marcaba las 8 de la noche. Mi natividad en el trópico donde siempre la luz y la oscuridad llegan a la misma hora y el clima permanece, no me permitió acostumbrarme a los atardeceres tardíos de la primavera y el verano en el sur del continente americano.
Sensaciones paradójicamente escarpadas y sublimes, de los caminos empedrados bajo las ruedas de dos bicicletas playeras, en las que recorrimos Rodrigo y yo el Barrio Antiguo con algún intermezzo de besos y abrazos.
Sensaciones de erizada piel por el abrazo del viento helado que formaba pequeñas olas en el río, al contemplarlo sentados desde los muros del viejo fuerte contando también los inmensos y diminutos ferrys provenientes de Buenos Aires.
Sensaciones eléctricas ante el recuerdo de los besos de película en el inmaculado muelle de madera anclado entre el pueblo y el atardecer, renovadores de viejos placeres que se van perdiendo con el tiempo y la costumbre.
Sensaciones de boyante felicidad ante la realidad de la distancia entre mi pequeño mundo y el mundo, sumergiéndome en divagaciones acerca de la similitud de mi vida antes y después del viaje, tras los caminos mochileros que comenzaron a encontrarme con mis profundos rincones y a cuestionarme acerca del regreso a la vida que me habían enseñado a vivir.
Colonia me despertó el deseo de regresar contigo, quien quiera que seas, hombre de mi vida quien me amará respetando mi libertad, llevándote de la mano sobre los caminos de piedra, permaneciendo en un beso eterno sin unir nuestros labios, viviendo para siempre en medio de los violetas del atardecer y el azul profundo del río hasta el día de morir no terrenalmente sino de pasión. No suelo ser una persona enamorada más que de la vida pero Colonia me inspiró. ¡Romántico lugar que no me permite recordar detalles, solo esporádicas sensaciones!