¡La ganadora del pasaje a Santa Marta es: Natalia de Cuentos de Mochila! *aplausos del público presente*. No me la creía, solo me he ganado rifas dos veces en 30 años de vida. Así que muchas gracia a Viajala, pues toda la historia de aquí en adelante nació cuando me entregaron ese pasaje.
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Llegamos en la mañana a la ciudad más antigua de Colombia, y la segunda de Suramérica. En esta ocasión viajaba con mi amigo Sebas, por eso escribo en plural. Calor, cinco taxistas ofreciendo llevarnos al centro y el mar oscuro con una pequeña playa al frente, fue lo primero que vi de Santa Marta.
Luego el panorama fue cambiando poco a poco, en especial al pasar el Ziruma, un cerro que básicamente separa a Santa Marta de la playa del Rodadero, donde comunmente se hospeda el turismo que visita la ciudad. Al atravesar el Ziruma en el bus quedé boquiabierta, pues hice consciencia en ese momento que la ciudad está emplazada en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde viven cuatro etnias indígenas y cuyos picos, los más altos de Colombia, pueden verse desde la playa.
No quitaba los ojos de la ventana. Disfrutaba de las grandes colinas con vegetación tupida, y de los pliegues de las montañas que se definen en un día despejado. Solo podía pensar en esto como un ícono de Colombia, ese país diverso en paisajes y climas, pues a media hora de Santa Marta el calor extremo y la playa desaparecen, la atmósfera cambia, se respira un aire fresco y es posible adentrarse en el bosque tropical.
Desde el primer día caminamos el centro histórico de la ciudad, con arquitectura colonial y grandes murales contemporáneos. Tomamos jugo de corozo, un fruto de la palma que pareciera ácido pero que atiborran de azúcar. Por supuesto conocimos Taganga, la bahía pesquera a unos minutos de Santa Marta, donde es posible hacer snorkeling con peces que te hacen cosquillas con sus dientes, cuando les ofreces un pedazo de pan; allí también es posible hacer kayak, nadar, tomar el sol y charlar con los lancheros.
Sin embargo no pude borrarme ni por un segundo, la imagen de aquellas montañas que a la distancia comenzaron a llamarme. Con esa idea en la cabeza, nos fuimos hacia Minca y Pozo Azul.
Adentrándonos en las montañas
Cerca de la ruta nacional que conecta las principales ciudades de la costa Atlántica, nos recogió un guía para subir en auto hacia Minca, un pueblo a 600 m.s.n.m, a 20 kilómetros de Santa Marta. A Camilo -el guía-, lo contactamos por medio de Zomoz, una página donde pueden encontrar actividades por hacer en diferentes ciudades de Colombia.
Subir en el auto nos tomó una media hora. Las sierras que desde abajo se veían tan coquetas, se convirtieron en parte del entorno. La carretera era curva, cuando los árboles y las nubes daban tregua, podía verse una panorámica de Santa Marta y del mar.
Minca es un pueblo muy pequeño, rústico, pintado con frases y murales en sus casas pequeñas. Allí dejamos el auto y comenzó el recorrido caminando en subida hasta Pozo Azul. Camilo decía que no sabía porqué lo llamaban azul si él lo veía verde. Y tenía razón. A veces los nombres de las cosas no coinciden con sus características, pero esto no les arrebata el encanto.
El camino estaba enlodado por las lluvias que habían caído en las últimas semanas, así como los árboles estaban rebosantes de frescura. Cuando callábamos, se escuchaba el típico sonido del silencio selvático, era como un siseo de cientos de animales resguardados.
Aunque era una subida, no sentí el desgaste físico. Tal vez fui atraída por la atmósfera tranquila, el contacto con la naturaleza tan cerca a la ciudad, el clima un poco menos cálido que el de Santa Marta, y el río pasando bajo un puente de madera, que no sentí la caminata como un esfuerzo sino como un momento de completa armonía.
Llegamos a Pozo Azul (verde), una pequeña piscina natural cubierta por árboles altísimos, que no dejan penetrar los rayos del sol, salvo por pequeños huecos por lo que se ven las siluetas de las hojas. El plan era meternos al agua aunque nos habían advertido que estaba helada.
Sentí punzadas en los pies al meterlos al pozo, cobarde le pregunté a una mujer, que nadaba plácida, si en algún momento me lograría acostumbrar al frío. Ella sonrió y exclamó que el agua estaba exquisita. Lo pensé durante unos minutos antes de dar el brinco, y justo cuando dejé de pensar (los mejores instantes de la vida), fue cuando me metí.
Realmente se sentía bien, sí, era muy fría, pero nada tan terrible como para dejarse de meter. Nadé por allí intentado llegar a una pequeña cascada. Según nos contaba Camilo, son varios pozos que se van formando en cada explanada de tierra a la que llega el río. Así que en realidad eran dos cascadas, una a cada lado del pozo. La primera se veía caer desde abajo y la segunda desde arriba.
Estábamos muy cerca del mar, de la playa, de Santa Marta, y aún así nadábamos en un pozo helado justo en medio de las derivaciones montañosas de la Sierra Nevada. Una vez salí no volví a entrar (bueno, es que la valentía con el agua fría no perduró en el tiempo), pero si me senté sobre las grandes rocas golpeadas por la corriente del río, a tomar lo escasos rayos de sol que se colaban entre las ramas. Volvimos caminando hacia Minca con ganas de dormir, con ese sueño placentero que se produce luego de haber estado en un lugar colmado de paz, de naturaleza y de energía.
Santa Marta es exquisita en contrastes: Ciudad, naturaleza. Montaña, playa. Calor, frío. Aquí les comparto el video completo del viaje:
INFO ÚTIL
➙ Transporte: Es muy fácil desplazarse en bus de un lugar a otro, estos cubren varias rutas y pasan por diversos puntos de la ciudad.
Desde el aeropuerto sale uno que los lleva hasta el centro y pasa por el Rodadero. Si quieren hacer actividades cerca de Santa Marta, desde el mercado de la ciudad salen buses hacia diferentes playas y pueblos cercanos.
➙ Zomoz es una plataforma para buscar actividades y ofrecerlas. Así que si no encuentran qué hacer, un vistazo a la página les puede dar muchas ideas, y por el contrario, si tienen algún tour propio por compartir, también está el espacio para que lo hagan.
➙ Si están planeando un viaje, pásense por la página de viajala.com.co Allí buscan los precios de vuelos y hoteles en varios sitios web de viaje, así que se pueden encontrar buenos precios desde una sola ventana.
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