3 de Octubre de 2015
Trinidad fue absolutamente lo que esperaba y mucho más, una ciudad con características de pueblo, casas coloniales y pintorescas de amplias puertas de madera, y rejas elaboradas frente a las ventanas. Salí a caminarla pero no logré entenderla, hay muchas plazas, todas pequeñas que la circundan, si no fuera por la posición de estas en un mapa estaría totalmente perdida, aun así, cuando doy media vuelta no puedo recordar dónde estaban ni hacia dónde ir. Los mapas guías se encuentran en cualquier esquina, pero ¿cómo hago yo para encontrar justamente esa y no pasar a media cuadra sin percatarme?, incluso hay letreros que indican donde están los mapas, pero ni siquiera sé dónde cómo encontrar esos letreros. En dos palabras: Estoy desubicada.
Pero en Trinidad no me parece una tarea fácil eso de la lógica espacial porque todas las calles son muy similares, aprendí caminando – perdiéndome – todo el día que el suelo de la zona antigua es pedregoso y a los alrededores tiene pavimento, al menos eso me ayuda un poco, pero lo mismo me ocurría en San Pedro La Laguna en Guatemala y por eso me pregunto si será una cuestión de arquitectura o más bien es personal. Lo más curioso es que solo me extravío en ciudades pequeñas, me doy cuenta porque cuando menos lo pienso ya estoy en un lugar al que esperaba tomarme mucho tiempo en llegar.
La cuestión de hoy fue caminar y fotografiar Trinidad, acabé la batería de la cámara en unas horas porque llamaba mi atención todo, desde las grandes fachadas hasta los detalles más ínfimos de las mismas, los colores, las personas, los instrumentos y las señales.
De nuevo hay música, ya me extrañaba que en Cuba no la hubiera salvo en La Habana. De las telas floridas que actúan como cortinas de las casas salen sonidos de percusiones y algunos vientos. No todo es música cubana, hoy escuché en variados lugares algunos acordes de reggae, aunque admito que “variados lugares” puede ser una apreciación errónea porque sin darme cuenta pude haber pasado diez veces por el mismo lugar. En las diferentes plazas hay música también, me quedé sentada escuchando a un cuarteto de cuerdas y percusión que tocaba “Yolanda” de Pablo Milanés, “Yolanda, eternamente Yolanda”. Mientras cantaban conocí a Óscar el señor que vendía bananos frente a un museo, cuando supo que era colombiana, sacó una bolsa plástica llena de fotografías y postales que le habían regalado alguna vez, buscó entre tanto una foto de él con una mujer de la misma nacionalidad que la mía para mostrarme con orgullo que tenía amigos en todo el mundo.
Su saludo, su sonrisa y su energía las agradecí porque retomé por un momento la confianza en las charlas callejeras en Cuba, ya después seguiría practicando el ejercicio de cambiarme de acera para huir de mis pretendientes.
Un buen lugar para escuchar sonidos armoniosos es en La Casa de La Música, un café al aire libre con músicos en vivo, allí me senté durante un rato a perseguir lagartijas de colores con la cámara al son de Cuba. También está muy cerca la Casa de la Trova, al pasar por allí sonaba bien, pero no podía entrar con tenis, short, ni sandalias, es decir que así me hubiese devuelto a mi habitación a cambiarme para poder entrar, de todas maneras no tenía la ropa adecuada para la ocasión, así que me quedé plantada husmeando por una ventana lo que hacían en el recinto.
Hay decenas de galerías de arte y academias de danza en Trinidad, estoy tentada a entrar en un lugar donde ofrecen 1 hora de clase de percusión o 1 hora de salsa, tal vez lo haga en los tres días que me quedan aquí, aunque hoy como siempre salí huyendo del profesor que estaba en la puerta cuando me invitó a su clase. Estoy confundida, ya no sé si me quieren coquetear o si tengo un trauma post La Habana – Varadero.
Así he estado en el día de aquí para allá caminando sobre la música más que sobre las piedras y jugando a armar mi álbum de la ciudad. No he hecho mucho más que deambular porque además de fotografiable este lugar es “deambulable”, nada sucede ni bueno ni malo, solo mis pies andan y mis sentidos perciben, así que no tengo mucho por decir en palabras pero sí en fotografías, ¿habrá de ser una salida fácil dejar que las imágenes hablen por mí?, tal vez así lo sea pero a veces tantas letras sobran.
Este post corresponde a una serie de 17 escritos de Cuba, uno por cada día que estuve en la isla. Para leer el día trece puedes seguir este enlace: Día 13 .Contrarrevolución