Día 17 . El Cielo Y El Infierno

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8 de octubre 2015

Ha terminado esta ambivalente travesía por Cuba, donde los anteriores 17 días, me bamboleé bruscamente entre odios y amores, felicidad y angustia, entre el cielo y el infierno.

Recordaré primero el cielo para despedirme con gratitud de Cuba, que me hizo volar con su música, al son de caderas negras con impresionante sabor en las esquinas de la Habana Vieja; con el recuerdo de viejos tiempos vividos y otros imaginados, en los detalles de las casas y de las ciudades; con el gusto de los cubanos por la calle, con los niños jugando a la simpleza sublime de las canicas, y con la comunicación táctil, sincera y directa a falta internet; con las personas en las casas recibiéndome como si hiciera parte de su familia, con abrazos, viandas y cariño. El cielo del inigualable mar parecido a una apacible pileta, tibio, calmo, turquesa, llegando a inmensas playas de arena blanca inmaculada. El cielo de La Revolución, un cielo en decadencia pero que me colmó de historia, aprendizaje, apertura y entendimiento.
CieloCuba fue maravillosa por todo lo que aprendí, entendí, vi y percibí. Un país del que hay mucho por entender, porque sus contraluces están definidas por lo que quisieran ser, y lo que realmente son. Por lo que son y por lo que añoran. Porque en cada pared, en el aire, está escrita La Revolución y el socialismo, pero también la impotencia del bloqueo comercial, y la soledad ideológica desde la caída de la Unión Soviética. En las palabras se escuchan aún, ligeras, algunas voces antiimperialistas y orgullosas de los triunfos de antaño, mientras que en otras, tal vez la mayoría, la necesidad y el deseo encarnizado por el “sueño americano”.

Los cubanos distorsionaron mi percepción de la pobreza, al escucharlos hablar de su miseria teniendo una casa más grande que la mía, equipada con aire acondicionado, cocinas envidiables y balcones de ensueño. Con comida para todos los días, difícil de comprarla por los bajos sueldos comparados con el precio de los alimentos, pero entre más pobres se decían, mas viandas había para compartir. Recibí de su parte, un desfigurado concepto de la riqueza material, que sólo cada quien sabrá cómo medir dependiendo con quien se compare y cuáles sean sus objetivos.

Cielo_Cuentos_Mochila
Una belleza ver a los niños en las calles, jugando con su imaginación.

Quedé con sensaciones encontradas acerca de esta pobreza proclamada, porque si bien tienen lo necesario para vivir, irónicamente sólo es en Cuba. Están atrapados en la isla, e inevitablemente muchos hablan de su deseo por salir, ver otro mundo, casi ninguno con el objetivo de conocer sino de hacer dinero. El sistema económico parece haber actuado en contra de su propio fin,  porque en Cuba viven obsesionados por consumir, parece que el contraataque imperialista jugó de manera maestra.

Todo esto fue el cielo para mí, porque me enriquecí en muchas esferas de mi vida en especial referentes al conocimiento. Pero, también hubo un infierno, aunque sé que este me enriqueció de igual manera, porque cada experiencia me hizo más fuerte, y quisiera que un poco más audaz y precavida.

El inframundo estuvo a manos del machismo, sentía que llevaba en el culo un letrero que decía carne colombiana en subasta”. Si, en el culo, la expresión se acomoda perfectamente a mis sensaciones. Muchos hombres en especial en la calle, iban con la antena encendida para buscarme (se vale el doble sentido). A veces con solo piropos y otras con vulgaridades, otras veces los mismos pero con invasión de mi espacio físico. Los que sabían cómo sacarme una palabra, un saludo, terminaban siempre, siempre, invitándome a tener sexo. Una pesadilla compartida con viajeras solitarias que encontré en algunas ciudades, como Imbal.

Me costó, me cuesta aún comprender que nadie, absolutamente nadie en la calle que estableciera una conversación conmigo, quisiera un intercambio cultural. Las mujeres, todas las que iniciaron una charla conmigo (en la calle), terminaban pidiéndome algo a cambio, leche, dinero, comida. Hasta en el restaurante del all inclusive en Varadero, una mesera me pidió servirme de nuevo en la comida buffet alimentos específicos que ella me enlistó, luego me indició dejarlos en mi plato servidos sobre la mesa, y hacerme la desentendida al levantarme para que ella los pudiera llevar a su casa. Y yo pensando que me había sonreído por ser amable conmigo.

Durante algunos días, permití que Cuba se convirtiera en una pesadilla y busqué un pasaje de regreso 8 días antes de mi vuelo para huir, pero al final no lo conseguí. Ahora, luego de 17 días entre el cielo y el infierno (¿la Tierra?), estoy en el aeropuerto de La Habana esperando mi avión de regreso a Cancún, que viene con un retraso de 3 horas.

Me carcomen los nervios y las ansias de gritar lo que viví aquí. Me voy agradecida con Cuba por la experiencia, y porque me recordó que ser viajera, es mucho más que buscar destinos para una buena fotografía.

Hasta luego Cuba. Gracias

Este post corresponde a una serie de 17 escritos de Cuba, uno por cada día que estuve en la isla. Si quieres leer desde el día 1, puedes seguir este enlace: Día 1 . Vencer Desafíos en Cuba

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Natalia Méndez Sarmiento

Natalia Méndez Sarmiento

Voy por el mundo con una mochila al hombro y una libreta recolectando historias, experiencias, sensaciones, conociendo personas, disfrutando paisajes y escribiendo para difundir mi pasión por los viajes.
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4 comentarios en “Día 17 . El Cielo Y El Infierno”

  1. Hola Natalia, acabo de leer tu Post y volvi a sentir la emocion que senti un dia al comenzar un viaje, me recordo que mi camino esta viajando, y no dejar un pais para instalarme en otro. Gracias! Mil gracias 🙂

  2. alfredo bellorin

    hola natalia…acabo de leer tu viaje a cuba y me parecio unas vivencias dignas de una novela…pero lo importante que a pesar que muchas fueron de mal gusto, seguro debias vivirlas para tu crecimiento personal…ojala puedas algun dia y venir a venezuela y disfrutar de la gran sabana y el parque Roraima y las playas de caribe venezolano.. saludos cuidate mucho.

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