Dicen que los primeros surfistas de la historia latina nacieron en Huanchaco, incluso en la época prehispánica, ya se practicaba este deporte muy común en las playas del Pacífico americano. Hawaii (Estados Unidos) y Oaxaca (México), son particularmente conocidos por albergar olas perfectas para surfistas avanzados, en cambio a Huanchaco, van los novatos a practicar en olas no tan altas ni tan bajas. Cerca de allí, en Chicama, está la ola izquierda más larga del mundo, un surfista puede recorrer hasta 5 kilómetros en una de ellas.
No sé mucho de surf, pero viví tres semanas en un pueblo donde se vive y se respira este deporte, desde que el sol aparece hasta que se oculta. Inevitablemente comencé a comprender que el surf no tiene solo forma física sino también tiene espíritu, y que hay una conexión poderosa entre el surfista y el mar. Incluso en los días más fríos y nublados, cuando la temperatura del agua parecía muy baja, había personas esperando la ola perfecta con la ilusión de subir en ella, sentadas en sus tablas en un acto al que me atrevería a llamar: meditación.
Contrario a una gran cantidad de ciudades en Perú, Huanchaco aún no sido tan explotado turísticamente, tal vez en eso encontré su magia. Era otoño cuando llegamos, a veces salía el sol pero se ocultaba rápidamente entre las nubes, la bruma bajaba hasta el mar y generaba una atmósfera sombría. Lo tomé como un lugar de pausa, de reconexión, de salir al balcón de la habitación a contemplar las olas y esperar que un surfista las tomara para aplaudirlo en silencio.
En las noches soplaba el viento helado y se escuchaban las olas rompiendo en la playa pedregosa. En el día podía hacer calor, frío y otra vez calor, o un bochorno nublado, o un frío soleado. Me acostumbré en la costa peruana a los pueblos pequeños con el mar a un lado, casas en el medio y cerros áridos al otro costado, características predominantes del occidente. Lo que solo vi en Huanchaco, fueron los caballitos de totora, navíos prehispánicos en los que aún hoy en día los pescadores salen al atardecer con sus atarrayas y se funden con el mar.
HUANCHACO PREHISPÁNICO
En Perú hay indiscutiblemente una energía ancestral, civilizaciones más antiguas que la inca, levantaron sus ciudades en diferentes puntos de la costa peruana. Algunos de estos pueblos debieron enfrentarse a la colonización del imperio inca, lo que borra la idea de que, en Perú, solo gobernaba esta potente civilización. Sin embargo, si fueron lo suficientemente poderosos como para arrebatarle tierras a otras comunidades cercanas.
Esta historia quedó plasmada en Chan Chan y otros yacimientos arqueológicos entre Trujillo y Huanchaco, donde vivieron las culturas Chimú y Moche. Para llegar allí, tomamos un bus que nos dejó en la carretera y caminamos hasta las ruinas por un desierto en el que soplaba el viento helado, a pesar del cielo despejado y del sol resplandeciente como pocas veces. Lo que encontramos al terminar este sendero desolado, fue una ciudadela parcialmente descubierta en la que los templos son laberínticos y las paredes ornamentadas.
En casi todos los muros descubiertos, se han rescatado detalles de figuras que representan animales marinos, aves y olas, todas elaboradas en adobe. La característica que más llamó mi atención en Chan Chan, fue la representación de las mallas de pescar en los muros, puesto que son rombos huecos que generan una estética totalmente diferente a cualquier otro yacimiento arqueológico que haya visitado.
Según la guía que orientó el tour, Chan Chan es solo una pequeña porción de cientos de templos enterrados a varios kilómetros a la redonda. También es posible visitar las huacas del Sol y la Luna cerca de Trujillo, donde aún se conservan frisos y pinturas que han sido restauradas.
Huanchaco no tiene una belleza física estructurada para el turismo, incluso las ruinas, aunque llamativas, están siendo protegidas del paso del tiempo y del clima con techos y estructuras que le arrebatan la gracia y la belleza. Sin embargo, este poblado tiene encanto por la calma que provee la inmensa conexión espiritual del deporte con el mar, y por el vínculo ancestral con sus alrededores preincaicos.
¿Cómo llegar?
Los buses llegan generalmente a Trujillo, desde allí se puede tomar un taxi que cobra aproximadamente 25 soles (8 usd), o se puede tomar un bus urbano o una camioneta que tienen paradas en diversas calles de la ciudad.
¿Dónde comer?
Aunque hay varios restaurantes con menús económicos, les recomiendo 100% a Miguel, un chef peruano que cocina riquísimo y a muy buen precio. Un menú completo (que alcanza incluso para dos), cuesta entre 6 y 7 soles (2 usd). El nombre del sitio es Un Lugar y queda a media cuadra del mercado.
¿Dónde hospedarse?
Toda la info de Frogs Chilhouse Hostel donde me hospedé en Huancacho en el video de abajo. Recomendadísimo por la atención y las instalaciones.
3 comentarios en “Huanchaco, de relax en Perú”
Excelente.
He compartido tu vivencia estadía en Huanchaco.
En mi página Huanchaco en Facebook.
Muchas gracias por escribir del lugar donde vivo.
Hola Eduardo.
Mil gracias por compartir el posteo. La verdad que todo el tiempo que viví en Huanchaco la pasé muy bien, me encantaría regresar una y otra vez, ojalá la próxima sea en verano para disfrutar más del calor y el sol. Cómo es la página de Facebook?? cuéntame en un comentario y así podemos entrar todos a verla. Gracias!!
Lugar hermoso, entrará en mi lista.