Visa Para un Sueño

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Me removía las entrañas la agobiante desesperación por salir de la rutina, luego de un año en Bogotá desde el regreso del viaje por Sur América, quería embarcarme en una nueva travesía sin fecha de regreso, acompañada de la dulce y abrumadora sensación de la incertidumbre.

Con gastritis por el estrés de un día de trabajo incansable frente a la pantalla, me distraje buscando información sobre un país del que siempre había escuchado: “Cuando vayas te vas a enamorar”, ese lugar era México. Comencé a pensar en tomar un avión e irme un mes en una especie de vacaciones, para después volver a cumplir con mis compromisos citadinos. Eso pensé al principio, pero cuando abrí google maps y me encontré frente al mapa de América, se me olvidó por completo el trabajo y comencé a soñar con un recorrido por varios países.

Panamá, Costa Rica, Nicaragua… no había mucho por pensar, me ilusioné y comencé a armar mentalmente el viaje. Se me fue toda la tarde buscando blogs de viajeros por Centro América y Norte América, fotografías y destinos en cada país. En esa búsqueda me encontré con los relatos de una chica argentina a la que ahora sigo fielmente y entre sus curiosidades encontré un post sobre cómo organizar un viaje. Como si nunca hubiera hecho uno, decidí curiosear sobre la manera de hacerlo de otras personas y me choqué con un punto tan importante como olvidado en ese momento por estar en las nubes: las visas.

Sur América me había mal acostumbrado, podía pasar como “Pedro lo hacía por su casa” en cada país, solo presentando mi documento de identidad colombiano. La única razón por la que entregaba el pasaporte en migración… es porque me gustan los sellos. Pensaba inocentemente en ese momento que no podía ser tan complicado viajar a países tan cercanos, así no hubiese acuerdos políticos como los existentes en el sur del continente, pero me equivoqué.

Al entrar a la página de la cancillería de Colombia me di un golpe tan fuerte, que de pronto comencé a ver el mapa de América tan grande y tan imposible de recorrer que por poco me pongo a llorar. Empecé a buscar país por país de los que pensaba recorrer para saber cuáles pedían visa a los colombianos, y no solo encontré que son muchos, sino además los que no nos piden visa, tienen un asterisco especial y único para colombianos que incluye una cantidad de condiciones ridículas.

Luego de insultar la pantalla como si alguien pudiera escucharme, de sentirme discriminada por tanto asterisco exclusivo para colombianos y de sentir que las fronteras estaban selladas para mí por mi nacionalidad, de la que me siento orgullosa independiente de los conflictos que aquí existen, vi una frase que cambió todo: “los colombianos con visa Americana, pueden entrar a cualquier país de Centro América”. Sentí un pequeño y contradictorio alivio. Por un lado solo tendría que hacer la vuelta de una visa y no de cinco, pero por otro, nunca antes había querido sacar ese bendito papel, por una idiotez anti imperialista y anti yanqui que me cerraba mil puertas.

Con el objetivo de viajar me despojé de prejuicios, entré a la página de la Embajada de Estados Unidos en Colombia e hice los trámites.

Aquí les cuento paso a paso el proceso:

Paso 1. Elegí el tipo de visa

Hay dos grupos generales de visas: de inmigrante  y de no inmigrante. Por supuesto yo elegí la segunda y de allí se desprendió una lista de clases más que tienen que ver con turismo, trabajos temporales, estudio, negocios, entre otros. La visa más común es la de Turismo/Negocios o B1/B2.

Paso 2.  Llené el formulario DS 160

Es un formulario que se encuentra en la página de la embajada y es tan tedioso como importante. Está en inglés, pero no se preocupen para los que no tienen conocimiento en el idioma porque allí está la opción de traducir las preguntas a español.

Sean lo más sinceros y tranquilos a la hora de llenarlo, por lo general recomiendan mentir en casi todo pero la verdad es que (y puede que a muchos le parezca muy tonto lo que voy a decir) el universo es quien le da a uno lo que necesita cuando lo necesita, no cuando uno quiere. Uno puede mentir todo lo que quiera y escribir una mentira de vida en el formulario intentando conseguir como sea la visa, pero entre más obligamos a la vida a hacer lo que a nosotros se nos antoja, las cosas menos se dan. Aunque es difícil dejar que todo fluya y relajarse, es lo mejor que uno puede hacer. Eso lo confirmaría más adelante en la fila para la entrevista.

Eso sí, aunque no recomiendo llenarlo a punta de mentiras, yo me subí un poco el sueldo y me inventé una historia de llegada y salida a Estados Unidos con reserva de hostal incluida.

En esta forma me pidieron todo tipo de información personal, laboral, de hospedaje y fechas de visita a Estados Unidos, así como preguntas que no entendí, “¿Piensa usted atentar contra la vida del presidente de los Estados Unidos de América?” Por supuesto no, pero si así fuera, ¿por qué respondería que sí? Igual, ellos sabrán por qué preguntan.

Paso 3. Junté los documentos requeridos para este tipo de visa

– Pasaporte vigente
– Fotografía con ciertas especificaciones. Para Bogotanos: yo fui a Foto Japón, dije que necesitaba la foto para la visa americana y allí me la tomaron con todo lo necesario.
– Confirmación del formulario DS 160

Paso 4. Pagué

Una vez llené el formulario, recibí vía mail una hoja de confirmación con un código de barras. Con esta, fui al banco (Helm en Bogotá) y pagué. Al sacar el dinero del bolsillo rogué al cielo como casi nunca lo hago, que me dieran la visa porque no se me antojaba hacer un donativo a la embajada gringa.

Paso 5. Pedí una cita por Internet en el CAS (Centro de Atención a Solicitantes) y en el Consulado

Una vez pagué entré a la página de solicitud de citas y allí cree una nueva cuenta. Todas las instrucciones están en la página, es muy fácil de utilizar.

Allí concerté dos citas, una para el CAS y posteriormente una para el consulado.

Paso 6.  Fui al CAS

Para ir a este lugar debí llevar las fotografías, el pasaporte y la confirmación del formulario. Allí me hicieron algunas preguntas básicas, me tomaron las huellas, fotos y confirmaron la cita en el consulado.

Paso 7. El más temido de todos los pasos, la entrevista en la embajada.

Yo siempre ando por ahí con banda sonora personal, el día de la entrevista, solo pude tener en mi cabeza a Juan Luis Guerra … “Eran las siete e’ la mañana, y uno por uno al matadero, pues cada cual tiene su precio, buscando visa para un sueño” … 

Me fui bastante preparada con una carpeta llena de papeles que certificaban que tenía razones para devolverme a Colombia y no quedarme a vivir en Estados Unidos. Llevé extractos de cuentas bancarias, el registro oficial de mi empresa de pasteles, certificado de estudios y todo lo que se me pudo ocurrir.

Después de una requisa exhaustiva en la entrada donde me pidieron despojarme de casi todo, no exagero cuando digo que por poco me desnudan, me dispuse a hacer una fila de cuatro horas al rayo del sol para la entrevista. Había cientos de personas delante mío con el mismo objetivo de conseguir un adhesivo en el pasaporte que les abriera el paso a Estados Unidos.

Comencé a hablar con muchas personas a mí alrededor para hacer más amena la espera y todos tenían motivos diferentes, algunos más importantes que otros. Me conmovió una mujer que necesitaba la visa para visitar a su hermana residente en USA con una enfermedad terminal. Una chica con la que nos hicimos “amigas de fila”, me dijo que todos decían mentiras y estupideces para adquirir el papel, pero yo confío en la buena fe de las personas. Ella, mi tocaya, quería tomar unas vacaciones con la familia en Miami, yo ni siquiera quería entrar al país, pero me convencí y convencí a todos que quería pasear por las playas de Los Ángeles.

Tuve mucho miedo, mi nueva compañera tenía un trabajo fijo de enfermera en el que ganaba muy bien, estaba pagando un crédito de un carro y un apartamento y como si fuera poco estaba haciendo una maestría, para decirlo de otra manera, todo la ataba a Colombia. Por mi parte debía decir que tengo una empresa independiente que no me genera mucho dinero, que soy diseñadora freelance por lo que a veces tengo trabajo y otras veces no, que vivo con mis papás y no tengo ningún tipo de propiedad, que no tengo hijos, que no soy casada y que tengo la edad perfecta para irme de mi país y conseguir trabajo en cualquier lugar… dicho de otra manera, tenía y sigo teniendo todas las características de una persona que puede quedarse a vivir en Estados Unidos y zafarse de Colombia.

Durante cuatro horas vi salir decenas de personas con el pasaporte en la mano, lo que indicaba que les habían negado la visa, al final estaba resignada y pensaba que si no me la daban sería una señal de la vida.

Llegó el momento de la verdad, me paré frente a la ventanilla y vi una luz al final del túnel porque la chica que me atendía me sonrió y me pidió amablemente el pasaporte. Me comenzó a hacer muchas preguntas acerca de cuánto dinero ganaba, qué hacía en Colombia, por qué quería viajar a Estados Unidos, hacía qué lugar me dirigía y si conocía a alguien allí. Esto es clave, NO, no conozco a nadie (además es cierto), el hecho de tener personas que te esperan allá es un motivo para quedarse y eso no los convence.

Fueron dos minutos de preguntas que respondí tranquilamente, por alguna razón sentía que me la iba a negar, tal vez por la cara de descontento de la cónsul con mi manera de ganarme la vida. Sin embargo hubo una última pregunta salvadora “¿A qué países ha viajado?” y me regué: Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú… “Su visa ha sido aprobada” me dijo. En ese momento me pregunté: ¿tanto drama y ya tengo la visa? y acto seguido di las gracias y salí corriendo antes que se arrepintiera. Haber viajado a muchos lugares y estar de regreso en el país de origen, es un indicio para ellos que uno no se queda en otro lugar sino que le gusta viajar. ¡Ah! nunca, nunca me pidieron ni uno solo de todos los  papeles de mi carpetica.

A mi compañera de fila no le dieron la visa a pesar de tener tantos documentos y motivos para no irse de Colombia, supuse que ella era la candidata perfecta para una visa y yo por el contrario era el ejemplo perfecto de persona que no puede recibir una. Por eso dije antes, que si la vida te la quiere dar te la da, como todo.

¡Suerte para todos los que buscan este papel que abre fronteras! y paciencia con la burocracia que al final tiene su premio.

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Natalia Méndez Sarmiento

Natalia Méndez Sarmiento

Voy por el mundo con una mochila al hombro y una libreta recolectando historias, experiencias, sensaciones, conociendo personas, disfrutando paisajes y escribiendo para difundir mi pasión por los viajes.
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4 comentarios en “Visa Para un Sueño”

  1. Solo le hago una recomendación de que viajes a USA asi no le guste una vez al año mientras la tengas vigente, ya que si no lo haces cuando tenga que renovarla se la van a negar.

  2. Hola Natalia…es cierto lo que dices..
    Lo que esta para ti nadie te lo quita…que siga tu linda travesia…nunca renuncies a tus ideales…besos y abrazos…desde Peru…tu amiga Rosario Muñoz

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